sábado, 6 de junio de 2009

Tratamientos



Sólo pueden prevenirse algunos tipos de retraso mental. Para algunos síndromes
caracterizados por este problema, las pruebas genéticas realizadas antes de la
concepción ayudan a los futuros padres a conocer sus probabilidades de transmitir
determinados genes a su descendencia. El hecho de que el padre o la madre sea
portador de un gen concreto asociado a retraso mental no significa necesariamente que el bebé nacerá con este problema. Hablar con un consejero genético ayudará a los padres a tomar decisiones sobre crear una familia y someterse a exámenes adicionales.

• Manténgase al corriente de las vacunaciones (las suyas y las de sus hijos).
• Durante el embarazo siga una dieta nutritiva y equilibrada. Tome un complejo
multivitamínico y acuda a todas las visitas prenatales con su ginecólogo.
• Si está embarazada o desea concebir, no consuma alcohol ni drogas.
• Si tiene antecedentes familiares de enfermedad genética, obtenga consejo genético.
• Si sus hijos participan en deportes como ciclismo o patinaje, oblígueles a llevar
casco.

Los niños con retraso mental pueden gozar de una vida plena. Los programas de intervención precoz ayudan a estos niños a adquirir habilidades básicas para cuidar de sí mismos y las de socialización.
Pueden estar en la misma clase que niños sanos y recibir una ayuda especial del profesorado. Según la gravedad de su retraso mental, los adultos pueden vivir solos, con compañeros o en hogares colectivos con ligera supervisión, según el grado de ayuda que requieran. Los adultos con retraso mental grave pueden vivir en residencias comunitarias que provean apoyo diario.
El tratamiento especifico responde al orden terapéutico: psicopedagogía, fonoaudilogía, psicomotricidad, kinesiología y terapia ocupacional.

En el ámbito escolar de educación especial, el docente se limita a la planificación curricular de las escuelas diferenciadas en el ámbito pedagógico, ya que cualquier trastorno lindante con la patología de base tendrá su tratamiento fuera del horario escolar.

Las pautas de interacción para atender a los alumnos de baja autoestima, en general, van en función de una serie de características:

  • Personales: Escaso autocontrol de sus estímulos. Poseer una imagen negativa de sí mismo. Sentimientos de incapacidad respecto a otras áreas.
  • Contexto socio-familiar: Experiencias de marginalidad respecto a su entorno. Falta de conexión entre las exigencias de la familia y la sociedad y las respuestas del niño. Múltiples variables distorsionadoras de expectativas.
  • Contexto escolar: Fracaso escolar. Feed-back educativo de aspecto negativo frecuentemente.
  • Etiquetaje: la respuesta del niño está en consonancia con lo que el profesor y el resto de los alumnos esperan, la profecía se cumple.

Estas pautas implican una serie de necesidades:

  • Personales: Desarrollar una serie de estrategias de autocontrol. Alcanzar metas socio-personales factibles, obtener ciertos éxitos. Crear una imagen positiva.
  • Contexto socio-familiar: Llevar a cabo estrategias y actividades de integración social. Orientar a las familias para adecuar las metas que deben imponer a sus hijos con la realidad que estos pueden alcanzar.
  • Contexto escolar: Desarrollar actividades escolares adecuadas al nivel de competencia y al estilo de aprendizaje del niño. Variar sus atribuciones: verbalizar con frases positivas sus conductas adecuadas.

Para finalizar, es importante señalar que estas pautas determinan:

-Una respuesta educativa: En el contorno del colegio, la familia y la escuela; y en consonancia.

-A nivel del centro: Medidas de atención a la diversidad. Plan de acción tutorial adecuado. Colaboración con las familias.

-A nivel de aula/individual: Programas de acción tutorial. Adaptaciones del currículo. Colaboraciones con las familias.

El alumno deficiente

En cuanto al alumno con niveles mentales deficientes debemos hacer unas consideraciones especiales. Tarde o temprano el chico/a deficiente se da cuenta de que sus límites son diferentes, y las metas que puede alcanzar están por debajo de las del resto de la gente. Llegados a este momento la autoestima del alumno puede, y suele, reducirse. El chico/a se siente inútil, no podrá desarrollar una serie de funciones o actividades comunes para el resto de la gente, o le costarán más; entonces, es consciente de ello y se hunde, piensa que no sirve para nada. Ante estos casos el entorno de la familia y la escuela debe actuar con rapidez y profesionalidad. Las terapias y charlas que informan a los niños/as acerca de sus capacidades y el alcance de estas resultan muy interesantes y pueden ser realmente fructíferas. Debemos hacer saber al alumno/a que con tiempo, ayuda y constancia, podrá llegar a realizar actividades cotidianas sin mayor esfuerzo (resulta primordial señalar que el grado de deficiencia debe tenerse muy en cuenta en este aspecto para conocer las posibilidades y limitaciones). No obstante, la práctica puede resultar mucho más interesante y beneficiosa. Debemos proponer actividades que el chico/a pueda realizar, así como otras que le cuesten más para ir avanzando y trabajar la superación, teniendo especial delicadeza con la posible frustración. Mediante trabajos del día a día el alumno/a debe ser consciente de que puede realizar funciones que le permiten llevar una vida más o menos normal; teniendo siempre presente la cuestión de los distintos grados de deficiencia. No obstante, independientemente de cada caso, se puede llevar a cabo una labor de crecimiento de la autoestima favorable.

Por otra parte, es significativo que se potencie y anime al alumno/a a realizar ciertas actividades en las que podría destacar; nos gusta que nuestros padres y profesores se interesen por nuestras aficiones, intereses, proyectos, ilusiones… Alabando cuando las cosas salen bien, y empleando adecuada y delicadamente las malas críticas, siempre de la mano de la motivación y de la vista de una mejora futura, para no retroceder en esta labor.

Todos somos iguales, todos somos distintos. Cada persona es importante en su esencia, independientemente de su estado físico o psíquico. Resulta esencial que nos aceptemos y queramos para poder llevar a cabo una vida óptima y feliz. En esta labor, muchas veces se necesita ayuda del exterior, y es ahí donde los padres y profesores entran en juego para facilitar la llegada a la cumbre de la autoestima: me siento bien, estoy contento.

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